La piedra natural está en todas partes. En los baños, en las cocinas, en los salones, en las habitaciones, … en los edificios públicos.

Los diseñadores más inquietos están redescrubriendo el mármol y la piedra natural y nos están haciendo disfrutar con piezas extraordinarias. Mesitas de noche, lámparas, botelleros, mesas de centro, bancos públicos, … y, cómo no, lavabos, pueblan las reseñas de las publicaciones más innovadoras.

En realidad la vanguardia siempre se ha visto atraída por el mármol. Probablemente porque el material es capaz de transmitir sentimientos por si mismo o quizá porque se asocia inevitablemente a la atemporalidad y a la esencia de las cosas.

Esto es connatural a los buenos diseños. La búsqueda de la esencia, la huida de lo superfluo. El mensaje, el sentimiento, siempre llega y, además, permanece, como la piedra. Un alejamiento consciente de las modas pasajeras, de lo efímero, para reivindicar la esencia de las cosas.

Además está el aspecto de la exclusividad, que en realidad sería unicidad. Cada bloque de piedra es diferente y eso hace que cada una de las piezas realizadas en piedra sea única e irrepetible. Interesante para un diseñador, verdad… ? Y para los arquitectos e interioristas. Cada proyecto, cada instalación, puede disfrutar de piezas absolutamente únicas, con la cantidad de matices que eso puede aportar.

Los usuarios también tenemos un plus, un regalo. Las piezas que tenemos en nuestras casas acaban acercándose al aspecto más artístico del diseño: cada una de ellas es única, como el arte.